jueves, 24 de abril de 2008

Humillada por la profesora

Si bien el colegio, los profesores, las vivencias y experiencias que adquirimos en este lugar, constituye un periodo importante de nuestra vida, debemos reconocer que en innumerables ocasiones sucedieron hechos que no se deberían presentar en un establecimiento educacional.
De lo anteriormente mencionado, procederé a contar una situación que para muchos puede ser irrelevante, pero que en la protagonista provocó una modificación en su actuar. 
Esto sucedió en un colegio ubicado en  Nuñoa. Si bien era un establecimiento que se jactaba de tener muy buenos profesionales, claramente algunos de ellos desconocían el clásico dicho cristiano: Ama a tú prójimo como a ti mismo, o simplemente no tenían mucho respeto por sus alumnos. Cursaba tercero medio, cuando sucedió un hecho que se prestó para humillar a una persona, situación que muchos despreciamos, pero que se quedó sólo en eso, desprecio!, ya que nada más se hizo. Recuerdo que tenía una profesora de matemáticas de aproximadamente cuarenta años. Sus técnicas pedagógicas realmente dejaban mucho que desear, en sus clases no había lugar para las preguntas o para aclarar las dudas, pero esto ahora poca relevancia tiene. Como en todo curso, nunca faltan los típicos prototipos que a todos nos hacen diferentes y obviamente define nuestra posición ante el curso. Me refiero, específicamente, a los populares, los
mateos, a los raros, a los gordos, etc. Pero esta historia se trata del último prototipo que mencione.
Tenía una compañera, que a primera vista se apreciaba que se encontraba sobre el peso normal, pero que obesa mórbida no era.
Ella con frecuencia ingería algún tipo de alimento en clases, por lo que varías veces le llamaron la atención.  Recuerdo que nos quedaba la última clase para salir, la cual la realizaba la profesora de matemáticas, que antes mencioné. Ella ingresando a la sala se percató que la compañera estaba comiendo, pero ha esta mujer no le bastó con llamarle la atención, sino que claramente la humilló, diciéndole: que si fuera ella dejaba de comer y se ponía a dieta, ya que no lograba distinguir si al frente tenía una vaca o una persona.  
Estas palabras tan crueles de la profesora, tuvieron gran repercusión en ella, a tal punto que nuestra compañera llegó a formar parte de las adolescentes que sufren bulimia.
Si bien, todos fuimos testigos de este acto de humillación que nuestra compañera fue víctima, ninguno de nosotros dijo o hizo
algo. Desde luego, sus padres manifestaron su molestia ante el director y ante la profesora misma, adjudicándole la absoluta
responsabilidad de que su hija padeciera una enfermedad.
Enfermedad que nació de la humillación, de la falta de criterio y poco razonamiento de ésta mujer. ¿Cómo no pensar que dichas palabras podrían calar tan hondo en una adolescente?. Adolescente que siendo físicamente como era, o sea gordita, lo que más deseaba era ser aceptada. 
 Claramente, esta profesora no midió sus dichos, los cuales trajeron una serie de consecuencias negativas, pero aún así, ella siguió realizando clases.
 
Yuyina.

En busca de una firma...

Todo sucedió en el colegio, cuando me encontraba cursando Tercero Básico...

Como era habitual llegué al colegio un día martes para comenzar un nuevo día de clases, con mucho entusiasmo entré a la sala, y después de saludarnos, la profesora comenzó a repartir las pruebas, y como las notas no estuvieron muy buenas, dijo que la próxima clase todas debían venir con la prueba firmada por el apoderado. Como yo tenía tanto susto de mostrarles a mis papás el rojo que me había sacado falsifiqué una firma y me quedé tranquila.

A la otra clase la profesora llamó por lista para revisar la pruebas firmadas, hasta que llegó a mi, la profesora se dio cuenta que la firma era media extraña y me preguntó de quien era, yo le dije que era de mi papá, no me creyó mucho entonces me volvió a preguntar y le dije que era de mi mamá, como también revisó el libro de clases, y corroboró que la firma no era de ninguno de los dos, entonces se dio cuenta que estaba mintiendo, por tercera me pregunto y yo casi metí a toda mi familia. La profesora al decirme que había mentido fue a llamar a mis papás para contarles lo que había pasado.

Llegaron mis papás y me dijeron que no debería haber hecho eso, y así aprendí que mentir no era bueno, ya que al fin de cuentas siempre iba a salir pillada.

LA IMPOSTORA

Clases de Inglés: más que una simple dificultad

En enseñanza media a algunas de mis compañeras y a mi no nos gustaba la profesora de Inglés, ya que la forma de enseñarnos no muy lúdica por lo que como resultado acarreaba que se transformara todo en forma aburrida, realmente tediosa, ella siempre pasaba lo mismo, los contenidos no variaban de una clase a otra, así que en un momento pensamos revelarnos frente a su forma de educar y decidimos no entrar a clase e irnos a la biblioteca para estudiar Historia, porque en esa materia estábamos haciendo unas competencias de cultura general y para nosotras era más importante eso que la clase, además lo de Historia era con nota, así que la motivación era mayor.

Cuando la profesora de Inglés se dio cuenta de lo que estábamos haciendo, le llamó la atención a un grupo de compañeras, y las demás cuando lo supimos más nos molestó. A la clase siguiente no dejamos que la profesora entrara a la sala de clases, le pusimos seguro a la puerta y todas nos fuimos al fondo de la sala, bajamos las persianas y apagamos todas las luces, con el fin de que la profesora pensara que en la sala no había nadie.

La profesora al encontrarse que ninguna de nosotras le habría la puerta bajó a buscar a la inspectora dando aviso de lo que estábamos haciendo, nosotras al darnos cuenta de que había ido a acusarnos, volvimos rápidamente a nuestros puestos, ordenamos la sala y nos sentamos a esperar que la profesora llegara. Al llegar la inspectora con la profesora les explicamos que todo lo que habíamos hecho era para protestar por el tipo de clase que ella como profesora nos hacia, ya que siempre era lo mismo que nos entregaba en contenidos y además era demasiado aburrida al impartir sus clases, por lo que no aumentaba nuestro agrado por aprender Inglés.

Al año siguiente la profesora ya no estaba, y por malla nosotras ya no teníamos Inglés, por lo que se nos quito un gran peso de encima, ya que no queríamos continuar con esa forma de enseñar, menos algo que ya de por si solo cuesta.

La Jose

Lecciones para llegar a la hora

El tema es el siguiente, nunca me he caracterizado por ser una persona de bien en el sentido de puntualidad, el caso es que en mi época escolar tuve serios problemas para llegar a la hora, el punto es que entraba a clases a las 8:30 pero por alguna extraña razón siempre llegaba a las 8:40 o en su defecto a las 9:00.

Un factor importante era que vivía una cuadra de mi establecimiento educacional, por tanto me confiaba en el horario. Al final salía todos los días corriendo de mi casa, para llegar a la portería y rogarle al inspector que me dejara entrar (por suerte este me tenia estima). Pero en tercero y cuarto medio evolucione ya que veía el reloj, justamente cuando estaba saliendo de mi casa y para variar ya estaba atrasada, por lo que decidía devolverme a mi casa o muchas veces me iba a la casa de mi mejor amigo que muchas veces estaba en mi misma situación; al final terminábamos tomando desayuno viendo el buenos días a todos… bueno a pasar de todo llego el tiempo de graduarnos

Y para condenarnos nuestros compañeros nos regalaron relojes despertadores; y para mas remate en el anuario de nuestro curso nos pusieron de regalo util

Un despertador.

Braulia

martes, 22 de abril de 2008

Mi colegio era católicamente estricto

Eran días normales los que corrían sin destino, eran aquellos en que no se hace nada donde el único lema valido era “vamos a pasarlo bien ahora”. Mi colegio era católicamente estricto, un colegio mixto de curas, donde todo se hacia grave a aquellos ojos acusadores que te vigilaban como diciendo “¡cuidado con pecar, te estoy mirando!”, todo era como se sabe aparentemente calmo y creían erróneamente que su trabajo bien hacían, mas en muchas cosas se equivocaban pues de tanto inculcar lo sagrado con fanatismo exacerbado, diría que todo se había vuelto más que menos laico.

Tan extraño era aquel aparente ambiente de religiosidad barata, que no podían ser más canallas, los escuchabas a cada momento con su sermón molesto tratando de siempre criticarnos pero bastaba que los miraras detenidamente un poco y pronto darse cuenta uno podía de que lo que decían (aunque tal vez lo sentían) no lo practicaban. Ni pizca de ayuno y buenas obras, aunque tal vez con nosotros ya por pagados se daban, pero rabia completa daba, que intensasen que nosotros hiciéramos mucho sin hacer ellos nada.

Un día cualquiera un cura en una misa me obligo salir adelante para hacer cualquier petición de perdón y yo le dije que no quería, a lo que sus ojos endemoniados me presionaron para que me levantase. Yo resignado lo hice pero en el pulpito de desquite honestamente diciendo-¡en este momento no pido perdón por nada, pues no me arrepiento de nada hecho!-, luego me senté y él dio un sermón sobre el orgullo que iba dirigido a mi, aunque parece que le hubiese convenido más escucharlo a él.

Ya comente que estos religiosos tenían un fanatismo exacerbado, ya que basado creo en antiguas costumbres imponían casi como una obligación el ser buen cristiano, pero ese “buen cristiano” no tenía las mismas cualidades que el de un hombre bueno, justo o noble, sino que no era nada si no sabia los últimos hit de las oraciones de temporada y si no entraba a una capilla y se daba con una piedra en el pecho antes de comenzar cada día. Este era mi cole, el donde los curas tenían autos deportivos, donde te retaban si no rezabas o no entrabas a misa, donde después de una reunión tus padres te veían como un demonio, donde no escondían sus gustos por la buena mesa, donde se jactaban de pequeñas obritas, y otras muchas más cosas de las que ahora no quisiera acordarme.

Unos niños sacrílegos

Durante el curso de tercer año medio, mi historia ocurre específicamente en el ramo de Religión, que dicho sea de paso, era considerado un ramo igual de importante que el resto, pero que no afectaba en este caso en el promedio anual.

Esta materia era dirigida por el cura del liceo, siendo la hora propicia para el desorden a nivel general, hostigamiento más que exagerado para ciertos compañeros poco apreciados, y en su conjunto, los clásicos papeles arrugados y sus variantes, quemados y mojados, además de cáscaras de naranjas e incluso cambio de notas en el libro de clases (a lo que llamábamos “picotear el libro”). Esto era así ya que el padre aunque tomaba sus medidas en contra de estas acciones, estas no distaba en anotaciones poco graves, que a la larga no nos afectaban en lo absoluto ni menos de sentir pizca alguna de arrepentimiento. Esto siempre fue así y con mayor intensidad continuando el resto del año.

De alguna forma esto tenía que terminar, de la forma que fuese. Tal ocasión llego un día en el padre se decidió a preguntarnos el porque de esta reacción tan hostil y extrema (ya que difícilmente se ve en una clase de matemáticas). Nuestro único y más sólido argumento en nuestra defensa fue que la materia hasta ese entonces pasada era poco útil, aburrida y que más encima era una suerte de continuación a las ya interminable horas de cátedras de filosofía dictadas por nuestra profesora y recopiladas estas en hojas y hojas de nuestros cuadernos. Ante esto se decidió con el padre cambiar los contenidos en forma total para el segundo semestre, con la única condición de mejorar como curso nuestro paupérrimo comportamiento. Tal condición, a lo más, duró al pie de la letra solo un día.

Viendo tales hechos, a la mayoría se nos paso por la cabeza de que tenía que ocurrir algo grave para que esto terminase. Para desgracia de todos, ese día no demoró mucho en llegar.

Ocurrió luego, como de costumbre, al comenzar la clase de Religión. Anterior a esta clase tuvimos Ed. Física, por lo que a un grupo grande de compañeros se les ocurre de llenar un banco con papeles, mientras que otros distraían al padre, conversándole y el resto del curso dedicándose a los juegos ya comunes a esas alturas. Ya con el banco cargado de papel se concluyo con rociar por completo un desodorante a los papeles y consumar el acto transformando el encendedor de alguno de mis compañeros como detonador. El espectáculo era evidente, con el banco quemándose y el alboroto obviamente producido (entre risas nerviosas y miedo a las evidentes consecuencias) ni siquiera se atinó a usar el extintor que se encontraba a la entrada de nuestra sala, solo con agua, cuadernos y hasta la ropa de gimnasia.

Cuento corto. La mitad del lado que estaba mas cerca al banco suspendido por cerca de una semana (ya ni me acuerdo) y el resto, en el que me incluyo, anotados gravemente en la hoja de vida y con citación de apoderados, aunque no se lo conté a mis viejos. De alguna manera lo encontré inicialmente injusto, pero era lo mínimo y lo más merecido, ya que a la larga nadie asumió la culpa, teníamos el infierno mismo en esas clases y nadie quiso pagar el banco.

Timón

El profe viejito demasiado buena onda

En segundo medio tenía un profesor de matemáticas el cual yo diría era el mejor profe que había tenido, ya que éste era muy simpático, era agradable, chistoso, no era para nada estricto, nos dejaba salir de la sala, nos felicitaba, nunca nos retaba o ponía malas notas, incluso cantaba en la sala de clases, pero lo mejor de todo es que su forma de evaluar no era tan estricta porque con facilidad uno se sacaba un siete, quizás era así porque sabia que las matemáticas no era nuestra materia favorita, generalmente evaluaba con revisión al cuaderno como cada dos semanas o algo así, pero esta revisión del cuaderno tampoco era muy estricta, o sea, evaluaba que copiáramos en el cuaderno lo que él escribía en la pizarra, y por tenerlo todo nos ponía un siete directo al libro, lo cual consideraba yo que era fantástico, cuando hacía pruebas que no eran muy seguidas, las hacíamos con él, o más bien yo me sentaba a su lado, que por el contrario en las otras materias a la hora de la prueba me sentaba lo más lejos posible del profesor, pero éste profe no era como los otros, era especial me ayudaba en las pruebas, me corregía si tenia algo mal, yo estaba tan contenta porque matemáticas es la materia que para mi gusto es complicaba por lo que no entiendo ni una, por lo tanto era en la que más mal me iba y este gran profe me dio la oportunidad de subir mi promedio.

la verdad es que reconozco que me aproveche un poco de la situación había veces que le pedía al profe que me evaluara el cuaderno con nota al libro y él lo hacía claro que perjudicaba a muchas de mis compañeras porque ellas se aprovechaban de la situación, tomando esta materia como parte del recreo, así que o se dejaron llevar por el profe buena onda o no supieron aprovechar esta magnifica oportunidad.

pero bueno a pesar de lo bien que me sentía por tener puros sietes en matemática yo sabía lo mal que estaba haciendo, porque este año reafirme mi nulidad frente a las matemáticas o sea no aprendí nada más aparte de lo casi nada que sé, aunque sí me ayudo en el puntaje del nem para la psu me perjudico ante el valiosísimo puntaje de matemáticas.


Matu

El fin justifica los medios

Mientras cursaba 3º medio, me ví sometida a la dura situación de rendir una complicada prueba de Contabilidad, para la cual no había alcanzado a estudiar lo suficiente, debido a que en otros ramo teníamos que entregar una serie de trabajos, los cuales requerían de mucho tiempo. Como consecuencia de ello y para que no me fuera mal en la prueba, me ví en la obligación de recurrir al instrumento más utilizado (o por lo menos el más conocido) en estos casos: el famoso y siempre bienvenido “torpedo”. La magnitud que tenía éste era semejante a la de un testamento, ya que la materia era bastante y de él no sólo dependía yo, sino que también otras compañeras.

Durante el transcurso de la prueba puse al susodicho debajo del estuche para que el profesor no se diera cuenta de lo que tenía, pero con el alboroto de mis compañeras para que las ayudara, tuve el presentimiento de que el profesor sospechara algo y nos descubriera, desafortunadamente así ocurrió. Se paro de su asiento, se dirigió hacia mí puesto y me registró el estuche con el fin de encontrar algo, pero para suerte mía (ya que era yo quien tenía el torpedo) lo alcance a esconder antes de que el profesor se me acercara. Tras el susto y haciéndome la victima, él se devolvió a su puesto sin decirme nada, y yo pude terminar mi prueba tranquila o más bien dicho, terminar de copiar tranquila.

El resultado de las pruebas (mía y las de mis compañeras) fue muy bueno y todo gracias a la ayuda del torpedo, el cual impidió que tuviera un rojo y que bajara mis notas. Esto me hizo sentir bien, ya que me quitaba un gran peso de encima, al saber que mí promedio no sufriría ninguna modificación. Es por ello y tal como dice el título de esta pequeña historia: “el fin justifica los medios”.

Arenita.

Los dulces que la profe pidió pa’ poder cambiar la fecha

Corría un día cualquiera en el Colegio, faltaba la mitad del año para que por fin y definitivamente se acabaran las clases de cuarto medio; en ese minuto estábamos en una clase de lenguaje en la cual se nos presentaba el discurso expositivo la tarea final de la clase sería presentar un discurso cualquiera con una duración mínima de cinco minutos delante de nuestros compañeros.

Para eso la clase sería divida en dos grupos de veinte personas; el primero de estos debía tener listo el trabajo para la semana siguiente y el resto para la subsiguiente.

Dentro del primer grupo estaban mis únicas cuatro amigas durante los últimos cuatro años y yo, la verdad es que el plazo dado no nos molestaba encontramos que era suficiente para entregar un buen trabajo, pero al parecer al resto de nuestros compañeros no les pareció y se lo hicieron saber a la profesora.

Para no hacer mayores problemas la profesora acepto cambiar la fecha siempre y cuando al día siguiente cada uno de nosotros llegara con cinco dulces, lo cual no lo entendí ni me pareció. Lo que en una primera instancia yo entendí fue que si uno llegaba con los dulces se le cambiaba la fecha.

Al llegar a mi casa ese día después de clases se me olvido por completo y no seria hasta la mañana siguiente que me lo hicieron recordar; llego una compañera a mi lado y me pregunto:

Compañera: ¿Trajiste los dulces?

Yo: ¿Qué dulces?

Compañera: Los dulces que la profe pidió pa’ poder cambiar la fecha

Yo: No…no lo traje

En ese momento en un silencio absoluto en la sala y todos mis compañeros me escucharon.

Compañera: ¿pero los vay a traer?

Yo: no, no los voy a traer.

En ese momento algo paso que “ardió Troya”.

Al salir a recreo fui a buscar a la profesora para poder explicarle lo que había pasado para que no perjudicara a al resto de mis compañeros. Cuando por fin al encontré, llego muy alterada al lado de nosotras (mi grupo de amigas), nunca supe porque empezó a gritarnos en medio del patio y delante de la sala de profesores.

Yo: profe podemos hablar con usted

Profesora: no yo no quiero hablar (siempre ella gritando)

Yo: pero no me hable en ese tono.

Profesora: y como Querí que te hable si son poco solidarias con el curso, que no les interesa poder ser amables… que les costaba cinco dulces para que too quedaran contentos.

Yo: haber profe, escuche no se que le habrán dicho, pero yo lo que entendí fue que si uno traía los dulces usted le cambiaba la fecha y como a mi no me interesaba cambiarla.

Profesora: nopo es que no era así y ahora por culpa de ustedes dejaron pagando a too el curso.

Yo: Sabe que más, si hubiese entendió como era la cuestión tampoco le traigo los dulces, porque usted sabe que aunque les de mil año de plazo igual lo hacen el ultimo día y van a entregar algo mediocre, en cambio usted sabe que si a nosotras nos pide el trabajo para mañana se lo voy a tener y me voy a sacar un siete.

Profesora: a ti vaya comparar con los peores del curso; ¡de veras que a ti nunca te he dado una oportunidad!

Yo: si lo ha hecho miles de veces pero yo me las he ganado, a diferencia de estos que se dejan comprar por cinco dulces, y jamás me podría comparar con el resto.

Profesora: pero igual son pocos solidarias, personas sin valores, quizás que educación les dan en sus casas (y una pila de tonteras que jamás hubiese esperado de un profesor).

Yo: sabe lo que pasa es que yo no voy a avalar flojeras, nada de lo que usted acaba de decir es sierto, en ese caso usted es antipedagógica.

Profesora: ¡ANTOPEDAGOGIA!... ¿y tú me vai a enseñar a ser profe?

Yo: no probablemente no

Ya a esa altura no era una simple conversación y ambas gritábamos como si estuviéramos en un campeonato.

Profesora: Me bajas el tono porque soy mucho mayor que tu y merezco respeto

Yo: no voy a bajar el tono si usted me sigue gritando, por lo demás el respeto se gana.

Profesora: ya no quiero seguir con esta conversación, esto queda hasta aquí y espero que nadie se entere.

Cada una partió por su lado pero bastaron solo diez minuto para que todos lo profesores supieran, en eso llega mi profesora jefe a mi la do preguntarme que es lo que había pasado con profesora, le conté porque la verdad es que yo no tenia mucho que perder.

Todo eso paso durante el primer recreo, luego de eso al entrar a clases llego ella a la sala haciendo la victima, su discurso fue tan conmovedor que hasta a mi me hizo dudar de mi postura; dijo algo como que ya no podría cambiar la fecha por cinco compañeras que no tienen valores y sentido del trabajo en conjunto. Que ella se la iba a arreglar para devolver a cada uno lo que habían traído, después de casi veinte minutos de largo “llanto” por fin llego a lo único que yo quería escuchar desde que comenzó todo el show;

Profesora: voy a cambiar a todos la fecha menos a estas cinco alumnas que lo deberán presentar la próxima semana.

Durante una semana me quedaba hasta las siete de la tarde en el colegio trabajando con una profesora que era amiga de uno, porque era obvio que si no presentaba el gran trabajo la profesora no lo iba a pensar y me iba a poner el uno….lo que puede hacer la presión psicológica de los que tienen mas poder; y a pesar de todo igual me saque un siete.

Cosas que pasan

Esta es una de esas historias tristes, que se viven durante el proceso escolar, tenía alrededor de 14 años y cursaba 1º año de enseñanza media, desde octavo básico estaba en la dirigencia estudiantil de mi liceo…

Ese año fue intenso, las elecciones de centro de estudiantes habían sido un fiasco, se había posicionado un grupo de incompetentes que sólo se dedicaba a verse bien frente a todo el mundo, con esto me refiero a estar bien con Dios y con el Diablo, frente a esta horrible situación con unos amigos nos decidimos a que podríamos cambiar la realidad del liceo, y formamos un grupo llamado M.I.C.A (movimiento independiente al centro de alumnos) lo que comenzó como una causa noble y oportuna para trabajar dentro y fuera del liceo, se transformo en toda una filosofía de vida, en una hermandad inseparable… Y en una tras otra calamidad.

Como venía diciendo este grupo, se conformaba de siete hombres y yo, estábamos profundamente convencidos de que podíamos cambiar la realidad del liceo, otros un poco más altruistas pensábamos en reformar el sistema educacional Chileno; esto fue en el año 2002, cuando aún la L.O.C.E no era tema de conversación en el común de los estudiantes, era un tema que se discutía a nivel de dirigentes, en fin después de una asamblea decidimos que era pertinente usar nuestra última medida de presión, tomarnos el liceo, ya que nuestros directivos malversaban fondos y los sostenedores del liceo no hacían nada para que esto no sucediera. Yo robe las llaves de inspectoria general, ese día y durante 4 días y 3 noches resistimos en las inmediaciones del liceo… comenzamos alrededor de 150 al terminar la negociación con los sostenedores del liceo sólo quedábamos 76 dentro de éste. Un mes después la nueva dirección del liceo planeaba como hacer efectiva nuestra condicionalidad dentro del establecimiento, para poder expulsarnos de ahí. Nuestra estadía en el liceo peligraba de maneras insospechada para los cabecillas de la “cagaita”… según nos dijo una de las profesoras más “tela” del liceo, que fue la única que nos apoyo hasta el final, nos querían puro echar, nos habían catalogados como lumpen (termino que pesábamos extinto en este país desde la caída de la dictadura), ahora éramos “peligrosos”, no sobrepasábamos los 16 años pero éramos considerados “peligrosos”… cosa que a oído de nuestros padres era nada menos que chistoso.

Habían pasado casi 3 semanas desde que había vuelto “la normalidad” al liceo, y los 2º y 3º medios andaban en el ya tradicional paseo de fines de octubre para recorrer la V región, como yo iba en 1º medio estaba en el liceo, y este se encontraba pelado, lo cual era una lata porque todo la gente con la cual yo hueviaba en los recreos no estaban… faltaba poco para la hora de salida, había sido uno de esos días muertos, largos, calurosos y muy FOMES, en eso llegaron a sacarme de la sala uno de los inspectores, me necesitaban e el 3º piso para “conversar”, desde que habían cambiado a la dirección del liceo, nos interrogaban al menos una vez por semana , confiada en que sería uno más de los interrogatorios inacabados y estupidos de la nueva dirección subí… sin embargo me equivoqué medio a medio, estaba la dirección del liceo en pleno los sostenedores, entre 5 y 6 presidentes de curso que me odiaban y unos 54 profesores de que en verdad les molestaba el hecho de que yo existiese.

Ese día me gritaron y me humillaron, me faltaron el respeto de maneras inesperadas, jugaron de tal manera con las palabras que sentí morir, fue tanto el nivel de angustia, me sentía desesperadamente SOLA, me sentía infinitamente desvalida, y solo respondía mecánicamente las preguntas que me hacían sin parar (pensando que en desesperación o angustia cambiaria mis respuestas, para salir del paso) respondía una y otra vez: no diré nada hasta que estemos los siete…, una y otra vez, incansablemente, no diré nada hasta que estemos los siete. Y sin botar ninguna lágrima… sin hacer el más mínimo ademán de que me habían partido en dos y me habían llenado de rocas… seguí, salí de la sala, busque mis cosas en mi locker… y la soledad se hizo amarga y se apoderó de mi, mis compañeros ya se había ido, no quedaban más de tres personas en la sala y una de ellas al verme desmoronarme, me abrazo – una de esas compañeras con las que uno jamás habla por que en verdad cree que no tienen nada que decir- preguntando la tópica... Que pasa ¿? Yo solo sentía vació, silencio y una soledad que me consumía desde ahí., nada importaba, desde ese día la soledad no me abandona aún sigue seca y amarga, nunca he dejado de ser dirigente estudiantil y aún creo que podemos cambiar las cosas dentro del sistema educacional Chileno, pero ahora después de 6 años, agradezco profundamente esa experiencia, me enseño que la soledad esta pegada a esta labor, pero hay que sacarle provecho, me brindo el temple necesario para mantenerme vigente y activa durante todo mi proceso escolar.

Y al final me di cuenta que estas… como otras tantas son cosas que pasan.

Constanza.

Lo bueno nunca es para siempre

Cuando uno esta en el colegio jamás importa nada, especialmente cuando estás en cuarto medio, lo único que realmente interesa es hacer muchas irresponsabilidades ya que será la última oportunidad que tengas para comportarte como un niño.

Yo no hacía travesuras, a mi eso no me divertía, pero si se me daba la oportunidad sacaba provecho de las oportunidades que se me daban, aunque no fueran permitidas por el sistema.

Pasaba que en el último año, uno esta cansado de ir al colegio, odiaba ponerme uniforme y levantarme temprano. Con tan poca estimulación para ir al colegio llegaba tarde todos los días. El problema es que los atrasos quedaban registrados en el libro de clases al momento de pedir el pase para poder entrar a la sala y si se juntaba un número determinado te suspendían por un par de días y llamaban a tu apoderado. Cosa que por supuesto encontraba exagerada. Resulta que un día, me di cuenta que una compañera tenía muchos de estos pases y que ella era experta falsificando firma y letra de los inspectores y como no pedía nada a cambio le pedí que me diera unos pocos. Todos mis compañeros estaban haciendo uso de estos pases, los traían hechos de sus casas, así que podían pasar derecho a la sala. Como vi que a ellos no les traía problemas pensé que a mi tampoco. Y como me di cuenta que con esto no le hacía daño a nadie, además no tenía nada de malo quedarse un ratito más en la cama. Así que sin pensarlo empecé a hacer uso de estos durante un tiempo sin ser descubierta.

Pero como es de esperar, lo bueno nunca es para siempre. Y como todo el curso lo venía practicando descaradamente desde algunos meses, un día las autoridades se dieron cuenta. Lo malo fue que justo fueron a verificar los atrasos el día en que solamente yo hice mal uso de ellos. Así que yo fui el que quede estigmatizado como corrupto.

La verdad es que jamás lo pensé profundamente, era algo tan superficial que no merecía mi atención y menos recordé que yo soy de esas personas que tienen mala suerte, de esas que siempre pilla el profesor haciendo algo malo, cuando lo hace por primera vez mientras que hay unos que lo hacen siempre y jamás los pillan, pero me gusta tanto dormir que jamás considere el factor “suerte”.

No me suspendieron ni nada, ni siquiera llamaron a mi apoderado porque no había tenido jamás problemas de disciplina. Lo que si sufrí fue un largo sermón que me dio el director durante un par de horas explicándome que falsificar firmas era un delito grave y por supuesto como sabía que yo no había robado los pases, me pedía que le dijera quien había sido, pero yo jamás lo hice. Y jamás me convencí de que lo que hacía era malo.

Faster

miércoles, 16 de abril de 2008

EL EXAMEN DE MATÉMATICAS

Luego de múltiples intentos por salvar mi promedio en matemáticas, estaba todo perdido, el resultado era un rojo inminente y mi única alternativa era el examen de fin de semestre. Lo que era bastante poco probable, considerando que en las pruebas anteriores con suerte me sacaba un tres.

Un día una amiga me dijo que su hermana había salido hace dos años del colegio y que ella tenía el examen debido a que el profesor era tan flojo que hacia todos los años la misma prueba.

Así que tuve que ir a la casa de mi compañera y buscar en una caja, entre todos los cuadernos de enseñanza media, el famoso examen, que estaba todo roñoso y medio borroso, pero, que en el momento de desesperación que estaba viviendo valía oro. Nos hicimos unos torpedos gigantes para el día de la prueba, sin embargo, yo tuve la rara ocurrencia de escribirlo con lápiz mina y con todo el nervio desapareció todo lo que estaba escrito. Por esta razón con mi amiga tuvimos que compartir el famoso torpedo, no obstante, lo malo es que nos cambiamos de sala para los exámenes, y ella quedo sentada delante de mí y no sabia como pasarme las respuestas porque el profesor no paraba de observarnos, así transcurrió casi toda la prueba sin poder obtener los resultados, hasta que cinco minutos antes que terminará la hora destinada para la prueba, otra amiga vio mi apuro, distrajo al profesor y me pudieron pasar las respuestas.

Obviamente no me podía sacar un siete pues iba a resultar demasiado evidente, finalmente me saqué un 5.7 y el profesor me felicito frente a todo el curso por mi gran superación y por ser tan esforzada y no pudiendo entender jamás como no me había sacado buenas notas antes.

Orgeón


¿Todas las asignaturas son importantes?

¿Todas las asignaturas son importantes? Al parecer, cuando uno está en plena época de efervescencia juvenil quinceañera, sólo se esmera en no tener rojos en asignaturas tales como Química, Matemáticas, Física, Historia y hasta por ahí no más Lenguaje; pero lo que respecta a ramos del área artística, físicos y de lengua extranjera el dejarse estar está a la orden del día, sólo importa pasarlos, y es más, una vez fuera de esta etapa colegial, uno suele arrepentirse por el NEM obtenido.

Si bien partí con una pregunta el presente escrito, pretendo dejarla abierta al debate, porque lo que me congrega ahora es relatar una de estas situaciones para así poseer ejemplos.

Una vez, en primer año medio, cuando me destacaba en ser uno de los capeadores por excelencia de mi colegio, al pedir salir del aula con la excusa de ir al baño, me pregunta en el patio el rector del colegio qué estaba haciendo allí, ya que debiera estar en clases, y yo le respondí que iba al baño, pero él, con un rostro rojo de rabia (aunque es relativamente rojizo de cara) me dice: ¡por qué entonces te veo jugando a la pelota con otro curso que está en educación física! Al suceder esto, sólo atine o apelé al recurso de la retórica, o mejor dicho “hacerle la pata” al rector, cosa que me costó un poco y creo que lo agravé más al decirle un típico argumento que uno da en estos casos: “ah, no se preocupe tanto rector, si sólo estaba en Artes Visuales, y no es tan importante ese ramo”, por lo que continuadamente el me respondió que todos los ramos son importantes y que no debo “sacar la vuelta”, pero esta situación, que cada vez más presentía que iría de mal en peor, se arregló al apelar a mi buen comportamiento y al uso de un adecuado manejo de dialogo, es decir, continuar con mi pateria para sacarme ese peso de encima. Así no se alteró más la situación y, el rector pudiendo anotarme al libro o llevarme a la sala para que “dialogásemos” juntos con el profesor, me logré zafar de esta situación y poder contarla sin pena ni culpa alguna, es más, como anécdota sin vergüenza, de esas típicas del colegio.

Continuando con esto de ramos importantes y otros no tanto, me referiré ahora al trato de estos profesores de las asignaturas “pasables”, no “importantes” o simplemente llamados “cachos”. El ejemplo clásico en mi colegio era el “Teacher”, que era objeto de omisión, burla y uno que otro que le prestaba atención, sobre todo cuando decía la palabra “prueba”. Todo esto puede haber sido por su apariencia calmada y senil o simplemente por el ramo en cuestión, ya que la sala se convertía en un verdadero patio, lo que no sucedía con los “cara de perro” de matemáticas y sus compañeros “las ciencias”, que medio establecimiento les temía, y los intelectuales barbones pasados a café y a cigarro de las humanidades en mi colegio, todo esto porque existe tanta presión tanto interna como externa sobre cómo a uno le va en estos ramos, que simplemente no sucede lo anteriormente comentado en los ramos, mal llamados, no importantes: y que ahora debo decir, bastante importantes.

Pedro Urdemales

Amistosa inmadurez

En 7º básico, nuestro profe jefe fue cambiado y la dirección tuvo un problema para ponernos a otro, con lo cual pasamos un tiempo sin un profesor que nos orientara. Semanas después llegó uno nuevo, era de Nicaragua, con acentuados rasgos indígenas y una manera de hablar muy propia de su país. Nosotros, que éramos muy inmaduros, y pr sobre todo revoltosos, miramos a nuestro nuevo profesor jefe como una persona que recibía toda clase de burlas de parte nuestra, lo cual hacíamos cada vez que teníamos clase de Castellano o “consejo de curso” con él.

El profe Reinaldo Santa Ana era muy tímido, nunca nos hacía callar, tampoco levantaba la voz y ni le pasaba por la mente evaluar la posibilidad de ponernos una anotación negativa en el libro de clases. Sabiendo las características de personalidad del “Nicaragüense”, cada día eran más las burlas por la manera de hablar y por sus rasgos físicos, pues sabíamos que no iba a tomar ninguna represalia en contra nuestra. Es más, todo lo hacíamos al gusto nuestro cuando sabíamos que teníamos clases con el profe Reinaldo, hasta llegar al punto de crear estrategias para que se molestase mucho más cada día con nuestras constantes burlas.

Cuando las burlas alcanzaban niveles altos de alboroto, como gente que nos veía desde afuera de nuestra sala que saltábamos, nos reíamos y tirábamos toda clase de objetos entre nosotros, he inclusive al profe; era que aparecía por la puerta el director alertado por una de esas personas que nos vio haciendo un cumpleaños de monos en la sala en horas de clases; y en menos de una milésima de segundo todo estaba calmado y tranquilo como si fuésemos aprendices de monjes budistas. Pero claro!... cuando cerraba por fuera la puerta el director, volvía el circo al curso, tomando cada vez menos en cuenta al Reinaldo. Él, era un cuadro más de la sala, pero claro, le poníamos atención sólo para burlarnos de su manera de ser.

Un día, fuimos de visita al Banco del Estado, era una visita pedagógica, donde el profesor en conjunto con un miembro del banco nos explicaba todo lo relacionado con el dinero y la función de los bancos en si. El punto es que nunca pusimos nada de atención a lo que nos iba contando el Nicaragüense, y muy poco a lo que nos contaba el Sr. del banco.

…Nunca se nos pasó por la cabeza los sentimientos del este extranjero, cómo el se sentía verdaderamente… ahora pienso que anda de bien lo pasó con nosotros.

Bueno, ocurrió lo que nunca se nos pasó por nuestras inmaduras mentes; luego de una semana, no volvimos a ver más al Sr. Reinaldo Santa Ana, tuvo que retirarse del colegio porque el rector en conjunto con la directiva lo despidieron porque simplemente no pudo hacer una buena clase con nosotros…gracias a nosotros.

No se si sigue en hile o si está en su país, o si está internado en el Peral o si está bajo tierra, pero luego de saber de su despido, algo en nosotros nos hizo dar cuenta de nuestro error…aunque sea un 0.1%, maduramos…

¿Teníamos que haberle funado cierta parte importante de su vida a alguien que es diferente externamente para madurar un poco?

Amistosa Inmadurez


Cosas “injustas” de la vida

En nuestro último año en el liceo, nuestro profesor jefe, mandó a “ordenar” el laboratorio que prácticamente no usábamos, a un grupo de estudiantes, entre 8 ó 9 de un total de 40, con lo cual 31 ó 32 estudiantes se quedaron en clases haciendo una improvisada prueba. Estos 8 ó 9 estudiantes fueron al laboratorio a “pasar el rato” sin hacer nada, puesto que en el lugar no había nada que hacer, el profesor solo los eligió para ayudarlos con sus notas, ya que por hacer esta “gran” tarea los calificaría con nota 7.0.

Los estudiantes que se quedaron en la sala, estaban desconcertados con lo que pasaba, y encontraban muy injusto que el profesor diera esa clase de privilegios a algunos estudiantes, ya que a ellos los calificaría con nota mínima, es decir, un 1.0.

Todos se pusieron de acuerdo en no hacer la prueba pensando en que si juntaban fuerzas, el profesor no podría calificar a la mayor parte del curso con nota mínima, argumentando que su actitud era extremadamente arbitraria y fuera de lugar.

Toda esta polémica llevó a una gran discusión dentro del curso, puesto que los que se quedaron en clases recriminaban a los que habían salido, y a su vez los que estaban fuera contestaban que ellos no eran los responsables de la actitud del profesor, y que por lo demás la nota les favorecía demasiado.

Los estudiantes exigieron hablar con el coordinador de asuntos estudiantiles (C.A.E.), quien era el siguiente paso para hablar después del profesor, el cual no daba a torcer su brazo y no estaba dispuesto a deponer su actitud. El C.A.E. no fue de gran ayuda para los muchachos puesto que argumentó que en la sala de clases era cada profesor el que ponía sus propias reglas y que él no tenía nada que hacer ni decir en este conflicto.

Finalmente y luego de muchas discusiones y alegatos por parte de los estudiantes hacia el profesor, sus compañeros, y el C.A.E., lamentablemente no llegaron a nada bueno, ya que por no acatar la orden del profesor de hacer la prueba y de además, según el profesor, “crear conflicto” dentro del curso los calificó con un 1.0 y a estos 8 ó 9 “compañeros” les puso un 7.0.

La resolución fue espantosa, puesto que faltaba muy poco para que terminara el año escolar, y obviamente esta nota no los favorecía en nada, por suerte, todos pasamos de curso, y no hubo que lamentar la injusticia producida por el profesor y sus arbitrarias decisiones.

Almendra Campino

No todos somos iguales

Llegaba la tarde en el colegio y el curso siempre tenía dificultades con la asignatura de matemáticas. Esa tarde dejaría un recuerdo muy desagradable para Nicolás, mi hermano, quien era compañero mío durante todo el periodo escolar que nos quedaría por cursar.

El profesor llegaba a la sala y todos sabían cuando guardar silencio porque, claro, nos convenía y de esta manera teníamos que salvar el día sin una comunicación al apoderado citándolo para el día siguiente.

El libro se encontraba en sus brazos regocijándose con las notas de todos los alumnos, era algo desesperante esperar tu nombre porque nunca sabias que calificación podrías sacar. Aunque hubieras estudiado hace una semana antes siempre tenías la inseguridad apoderándose de ti y que no podías controlar, bueno, en realidad era algo que no podías controlar por que siempre que hicieras algo te llevaría a una situación estúpida e incómoda.

A pesar de todo el profesor sabía lo que causaba, es por eso que aprovechaba el mayor tiempo posible para terminar su café, algo detestable ya que siempre que ibas a su escritorio estaba ese olor característico: café con perfume y cigarro, la combinación perfecta para tu fracaso.

Una vez terminado su café, se digno a sacar las pruebas de su bolso abriendo el libro de clases:

- Empezamos una vez más- decía.

Hojeando y corrigiendo nos llamaba a cada uno para poder entregar las pruebas. Las caras eran variadas, existían tristes, angustiadas, preocupadas, satisfechas, pálidas, idas, entre otras. Cada uno de esas caras se debía a las palabras que el profesor Vergara decía o las noticias que cada apoderado recibiría por parte de él en la reunión de apoderados, sí, sin duda alguna era eso.

Mi hermano siempre tenía dificultades con matemáticas, era su talón de Aquiles en el colegio puesto que sus calificaciones en el resto de las asignaturas eran irreprochables. Además, los problemas con el profesor eran recurrentes debido a la conducta de Nicolás, en cambio a mí me podía costar menos hacer ese tipo de pruebas causando la molestia de él, eso se notaba por medio de sus silencios y sus bromas con sus amigos de vuelta a casa. Sin embargo, yo sabía lo que pasaba: su auto estima siempre resultaba dañado por comparaciones entre los dos que mis compañeros de clases hacían en modo de bromas.

Volviendo a la sala de clases, la espera por mi nombre no daba más, aunque a mi hermano tampoco lo habían llamado. Todos tenían sus pruebas, menos él y yo. Pese a las circunstancias, ya me estaba empezando a imaginar lo que haría Vergara:

- ¡Los dos hermanitos, vengan acá!-

Fue raro, nunca nos habían llamado al mismo tiempo para retirar una prueba. Nos miró con una cara irónica y nos dijo:

- Usted Nicolás, acaso no estudia con su hermano-

- No señor, no estudio con el por que prefiero saber por mi cuenta- le contestó.

- Pero cómo estudia porque según su prueba usted no sabe nada de lo que he pasado durante el semestre, en cambio a su hermano si que le va bien en comparación sus estudios.

Todo el curso reía por nuestra ridícula situación, era vergonzoso para mí, ahora, ¿cómo habrá sido para él? No quiero ni imaginármelo.

Como lo dije antes, esa tarde fue una tarde de las fatídicas donde el señor Vergara mostró su crápula persona para reír un poco y tener una anécdota para contar a sus colegas. Hasta hoy pienso que no sabía lo que estaba haciendo y que lo único que logró fue burlas en contra mía por el resto del día.

Por Crápula.

martes, 15 de abril de 2008

Un cambio de ropa no tan rápido

En medio de una actividad extraprogramática de mi colegio (en el año 2008), donde debíamos, como cuarto medio, actuar en los espacios que quisiéramos de éste, tuve que correr para diversos sectores (aclaro de antemano que mi colegio no era precisamente pequeño) revisando la luz, la escenografía en general y la música de fondo. En uno de esos trotes tuve que ir a la sala de profesores (lugar donde ningún estudiante cuerdo va por motivación propia) a buscar parte del maquillaje y del vestuario de la escena que a mi me tocaba. Como me tuve que cambiar rápidamente de ropa y para evitar una situación incómoda (que otra persona entrara y me viera sin ropa) me metí en la primera sala que encontré, sin siquiera prender la luz y sólo me preocupé de entrecerrar un poco la puerta. Lástima que hice todo tan rápido, porque si hubiese alcanzado a prender la luz, me habría ahorrado la incómoda y asquerosa escena que me tocó presenciar. Como tres minutos después de que ingresé a la sala y comencé a ponerme un traje bastante peculiar y difícil de poner con rapidez (el vestido era de esos bien pomposos, con corsé y todo, estilo victoriano), entró a la sala nada menos que el director del colegio. Acto seguido, entró casi en puntillas la coordinadora del primer ciclo básico. Todo podría haber quedado bien hasta ahí, pero de pronto se comenzaron a besar con DEMASIADA pasión, cosa que de verdad si pudiera borrar de mi memoria lo haría con gusto. El punto es que seguían besándose como si el mundo se fuera a acabar y no parecía que pretendían dejar de hacerlo a la brevedad. Yo, muy incómoda por el vestido y la situación ni siquiera quería respirar. Pero gracias a la torpeza y lentitud de un compañero (típico imbécil del que todos se ríen, pero que siempre salva a último minuto), que hizo demasiado ruido al entrar a la sala de profesores con el fin de encontrar unos cables de audio para mi escena (y si me encontraba, mejor), los intachables profesores se separaron rápidamente, la profesora se fue y el director se quedó revolviendo unos papeles y saludando, como si nada, a mi torpe compañero. Para rematar esta situación, este torpe me vio y me gritó que me apurara. Evidentemente el director entendió que yo llevaba ahí no menos de cinco minutos y que había presenciado su gran acto de afectuosidad. Pero el tipo, descaradamente, ni se inmuto y me dijo que el traje era muy lindo. Yo sólo sonreí y me fui a actuar. Nunca más volví a entrar a esa sala.

Arlequín


Se asomaba el sol de Junio de 2006

Se asomaba el mes de Junio del 2oo6, cuando el movimiento pingüino estaba en su mayor esplendor, se habían masificado las tomas de establecimientos educacionales en la capital, cuando nuestro centro de alumnos decide integrarse directamente a esta política, a pesar de las presiones y amenazas de los codocentes y de la dirección de nuestro establecimiento. Pues fue así como una noche, sesenta alumnos (incluyéndome) entramos al establecimiento por el techo de un departamento aledaño, ya que uno de nuestros compañeros residía ahí y nos dispuso del paso. Cuando llego la mañana éramos alrededor de ciento treinta en la toma cuando se aparecen los docentes junto a la directora, el choque de esta ultima fue notorio, muy molesta procedió a amenazar con un desalojamiento, pero nuestros dirigentes propusieron una reunión con ella, cosa que se llevo a cabo luego de una larga conversación tanto entre docentes y alumnos. La reunión se estableció al día siguiente, a todo esto cada día se integraban más alumnos a la toma y para lo cual ese segundo día de toma ya nos congregábamos doscientos diez alojados aproximadamente dentro del establecimiento. La reunión duro alrededor de cinco horas, donde asistieron: la directora, los inspectores, los docentes, abogados (representantes de un grupo de apoderados de alumnos involucrados en la toma), representantes del centro de apoderados, representantes de la Corporación de Educación, a la que pertenecía mi liceo y obviamente los dirigentes estudiantiles. La discusión fue grande, sabíamos que el establecimiento era de jurisdicción privada y no municipal, cosa que generaba preocupación hacia un posible desalojamiento estudiantil, pero el destino nos dio el inesperado apoyo de la Corporación que decidió permitir el “pacifico alojamiento estudiantil”, cosa que nos causo mucha alegría, pero a la ves nos dio a muchos enemigos, ya que la directora reclamo hasta terminada la reunión, pero ya se había dispuesto el permiso, así que momentos después de retirados los representantes de la corporación, la directora y los inspectores, se les comunico al alumnado la resolución y todos muy satisfechos, “celebramos esa misma noche”. Desde ese momento tuvimos mucho apoyo tanto económico como moral de un grupo de profesores y apoderados, así duramos tres semanas y unos cuantos días en toma, pero el movimiento estudiantil se comenzó a desintegrar, y así un día la prensa informa sobre el acuerdo de deposición de tomas general, acordado por la Asociación de Centros de Alumnos de Santiago, situación que nos obligo desalojar el establecimiento. Luego de todos estos hechos, “la venganza” esperada por la directora y “sus ministros” se comenzó a gestar, primero con la realización de un informe que denunciaba los supuestos “maltratos al establecimiento” en el periodo de toma, que luego la corporación aprobaría con la cobranza del alumnado por daños materiales, aquí digo que hubieron cosas ocultas, ya que lo dañado luego contabilizado por los alumnos no era mas que; tres ventanales, alrededor de cinco piezas de latón (zinc del techo), cuatro platos del comedor mas un par de vasos y el gas que se ocupo completo. Estos objetos estaban en el informe, pero con la diferencia que les acompañaban otros objetos mas, que no se nos dejo verificar del todo, a pesar de esto el alumnado tubo que pagar estas cuentas (¡¡que alcanzaron el monto de mas de seiscientos mil pesos¡¡), luego se procedió a expulsar a los alumnos con “extrema condicionalidad” y que se involucraron en la toma, cosa que causo mucho estupor porque hubieron alumnos que tenían la condicionalidad (por conducta) anteriormente y que luego aparecían con extrema condicionalidad (y allí estuve involucrada yo), cosa que genero que los apoderados en masa fueran a alegar sobre la situación y otra ves fue el mediador la corporación, quien limito la lista de expulsados, que implico una selección ya fuera por notas y otros elementos que salvaron a muchos incluida yo, pero de que hubieron expulsados lo hubieron. Luego se procedió a quitar el apadrinaje de becas de financiamiento y de alimento a los alumnos involucrados en el centro de alumnos y dirigencia de las tomas (donde nuevamente estuve involucrada), motivo de escándalo general, fue aquí cuando grupos de apoderados decidieron dirigirse al Ministerio de Educación, desde aquí sucedieron muchas mas cosas que mantuvieron la tensión constante entre el alumnado y la dirección, , luego sucede que se reprobaron los controles que para las fechas de las protestas y tomas se tuvieron que suspender (ya que no hubo caso de retomarlos), que por mi caso afecto bastante ya que mi promedio bajo de un 61 a la fecha del primer semestre a un 52 para final de año. Así llego Noviembre y los problemas aun no se resolvían en su mayoría, yo por mi parte tuve que trabajar de empaque en un supermercado para pagarme las cuotas del colegio que eran alrededor de 27000, no pude hacer un preuniversitario pero si me prepare por Internet gracias a que amigos que me prestaron sus computadores para hacer ensayos.

Luego crecieron las querellas judiciales por parte de los apoderados donde participaron mis padres, cosa que el año llego a su final y para variar se suspendió la fiesta de gala (aunque igual se realizó en un establecimiento arrendado, organizado por los apoderados, profesores y alumnos de tercer año), y la ceremonia de graduación también estaba en ese proceso de suspensión cuando la Corporación decide hacerla por la gran petición que llego a manos de los apoderados, pero quizás hubiese preferido que no se realizara ya que se generó un “proceso de selección”, que implico una valoración de notas, comportamiento y registro de anotaciones para “postular a ser parte de la ceremonia”, así muchos quedaron fuera, por mi lado yo estuve dentro de lo establecido y aunque pensé en rechazar la participación de esta ceremonia, fui persuadida por los consejos de profesores que por su mas sincero cariño, sufrían al ver toda la degradación del alumnado de nuestra generación de cuarto medio y los que restaban mas atrás, que también caminaban por la cuerda floja, a la ves hubieron docentes que sabían las circunstancias ocurridas pero que no se involucraron ni para apoyar ni para reprimir al alumnado, otros si hubieron que por ser de la línea de la directora, procedieron de acuerdo a la política de esta y dieron la espalda al alumnado (pues no hay otra manera de explicarlo). Así la ceremonia se realizo con el 60 por ciento (si es que no fue menos) de la generación de cuartos medios, una triste pero necesaria experiencia, aunque a las afueras del liceo ese mismo día, pudimos reencontrarnos con aquellos que fueron marginados de la ceremonia, que de mi curso eran aproximadamente 16 de 36 de los que figurábamos siempre en la lista de clases. Semanas después supimos que las querellas y denuncias dieron resultados ya que el Ministerio de Educación intervino con supervisiones, que generaron la reacción de la Corporación quien decidió reorganizar la administración del liceo, sacando del cargo a la directora, a dos codocentes y diez docentes involucrados en situaciones extrañas (que luego me entere y es mejor no hablar, porque ya he dicho suficiente).

Así mi espíritu y el espíritu de todos aquellos compañeros afectados tanto por las medidas injustamente aplicadas, como por el animo defraudado que genero en el tiempo toda esta cuestión, quedo mas tranquilo… pero no conforme, ya que el daño hecho aun se siente y se ve a dos años de lo sucedido, en compañeros que les costo retomar caminos académicos (aunque la mayoría lo pudo hacer) por los problemas de notas y comportamiento, que personalmente yo pude superar, pero en términos sentimentales, aun queda el rencor y las ganas de haber podido construir y destruir mucho mas de lo que hicimos cuando estuvimos allí.

Hija de Gandi

El Libro de Clases

En el Colegio siempre fuimos un curso muy unido, donde nos ayudamos en todo lo que podíamos.

Estábamos en cuarto medio y la verdad es que teníamos compañeros que estaban bastantes complicados en sus notas, con las cuales incluso podían llegar a repetir. Esto realmente nos tenía muy apenados al resto, especialmente a mí, ya que algunos de ellos eran mis amigos con los cuales había compartido toda la enseñanza media y con los quienes siempre soñamos en nuestra esperada fiesta de gradación y la gran gira de estudio.

Tratamos de hacer todo lo posible para que les fuera mejor, nos turnábamos para estudiar y poder hacer los trabajos, en muchos casos hicimos clases de reforzamiento y en eso teníamos todo el apoyo de nuestra profesora, quien en muchos casos se consiguió salas para poder quedarnos después de clases.

En ese tiempo yo era la presidenta del curso y por ende era quien tenía que llevar el libro de una clase a otra y en los recreos a la sala de profesores. Nosé en que momento a un compañero como chiste dijo que no había caso en que pudiera subir sus notas que la única solución era cambiar las notas del libro de clases, pero nosotros sólo lo tomamos como eso, un chiste. Nunca pensé que eso fuera a realizarse ya que era algo casi imposible de realizar. Mis compañeros por su parte subían las notas pero no lo necesario para poder pasar de curso, principalmente una amiga no tenía solución solo debía sacarse un 7, para poder pasar. Fue en estas circunstancias cuando hablaron conmigo y me dijeron lo que pretendían hacer, yo en un principio me negué ya que yo sería la perjudicada si esto se sabía, pero con los días lo pensé bien. Finalmente acepte pero con la condición de que lo hicieran un día en el cual yo no fuera a clases, ya que si se enteraban yo sería la real perjudicada.

El último mes pasó y así el año terminó, nunca se dieron cuenta de lo que ocurrió y menos como milagrosamente mis compañeros subieron las notas. El día de nuestra graduación nuestra profesora nos pidió que le diéramos las gracias por guardar nuestro gran secreto.

Por Carrie Amelit

El día domingo empezaba nuevamente la tortura

Llegado el día domingo empezaba nuevamente la tortura, pues se avecinaba la semana, y con ello las clases de inglés. Ustedes en estos momentos se estarán preguntando el porque de tanto alarde, pues debo decirlo odiaba de cierta manera todo lo que tuviese que ver con el idioma extranjero, lo peor de todo es que yo sabía muy claramente lo importante que era aprender a manipular esta lengua. Comenzaba así para mí el día lunes arruinándome la semana, puesto que de tan solo verle la cara al profe me daban ganas de irme inventando así cualquier motivo para conseguir mi fin, el de escaparme, inventando algo para no estar presente en las clases, como ir al baño y mirarme al espejo, conversar con las demás alumnas, decir que iba a ensayar algún baile, entre otros. Pero porque todo este show dirán ustedes, lo que para muchos el tener como profe a una persona conocida les significa gozar de un poco más de confianza y todo lo que esto conlleva, pero este no fue mi caso. El profe de inglés era para mi una persona conocida desde muy pequeña, le había hecho clases a mis primas mayores, las cuales hablaban mucho de él cuando supieron que me haría clases, también yo sabía de él ya que hacía clases en la comuna en que yo residía por aquellos tiempos, pero todo andaba bien en mi vida escolar, pero cuando yo pasé a la educación media, por esas casualidades de la vida el se va a hacer clases a mi colegio, haciéndome clases en tercero y cuarto medio. Les diré cual era mi gran problema con este “personaje”, para él yo era su víctima numero uno, de verdad no es por exagerar, pero vez que podía molestarme y dejarme en vergüenza delante de todas mis compañeras lo hacía sin vacilar, pero habían más victimas. Por mucho tiempo ignoré todas sus “tallas” y sus burlerías, pues yo también era un poco “pesadilla”, pero la situación más trascendental de todo esto fue cuando delante de todas las presentes compañeras me llamó adelante por estar riéndome y hablando cosas que no entraban con lo de la clase, así que se rió irónicamente y me dijo implícitamente que yo era una “volá”, pero no de pava o despistada, sino que de drogadicta, y me lo dijo en un término muy raro que yo no entendí y obviamente las demás tampoco y me dijo tienes los ojos rojos y rió (jajaja), también pronunció que por mil cosas yo era una floja, pero me recalcaba que yo podía dar mucho más, que tenía que sacar la cara por la comuna y que no lo dejara en vergüenza, además me decía que me acusaría con mi mamá cuando la viese y le aconsejaría que yo seleccionara mejor mis amistades y bla bla bla cosas de ese estilo. Luego quede pensando e indague y busqué lo que significaba aquella palabra y claro era algo relacionado con la droga. Ya después de saber a que se refería con lo de la palabra y de los ojos rojos, me molestó y sobrepasó y le dije un día en clases que si me seguía molestando iba a hablar con algún otro profe y contaría la situación. Le conté a mi mamá lo acontecido y realmente me sorprendió como reaccionó, ya que me dijo que plantearía el problema en la reunión de apoderados, por lo que mi profe jefa muy jugada, la cual habló inmediatamente con el profe y le dijo que yo me sentía mal con sus tallitas. Pasado todo esto el profe me llamó adelante y me pidió disculpas por sus actitudes, aunque todo esto lo dijo con un tonito irónico, y yo por supuesto me reí y me fui a sentar y todo se arregló, aunque él siempre para todo me sacaba de las primeras a la pizarra y a los diálogos, pero bueno ese es el costo de ser alumna.

soy de patio

El gran golpe

Si me preguntasen cómo la pasé durante mi etapa escolar podría responder sin dificultad que me sentí como atrapada en una de esas películas estilo Disney y que son cómicas. Tal ve sería algo así como “chicas pesadas” (aunque no con accidentes con microbuses, pero si con tirones de mechas y tal vez alguna burla materializada en papel y que se difundía como panfleto para atacar a algún miembro de la comunidad escolar y que podríamos denominar como menos agraciado, o literalmente el “feo, el guatón, el cuchillo, el paila” o cualquier otra denominación que se refiera a alguna característica corporal de un alumno).

Si estoy segura, chicas pesadas es la más perfecta descripción de lo que pasa en una escuela común, donde solo existen problemas de gente común solo que aumentados al mil por ciento debido a que los jóvenes tendemos a transformar todo en una gran tragedia. Recuerdo en algún momento haberme peleado a grito pelado en la entrada del colegio con una chica que no hacía más que lucir bonita y hacer escándalos (o quizás era yo); bueno, a estas alturas da lo mismo, pues en el colegio las chicas tendemos a movernos en manada y a homogeneizarnos tanto que hasta llegamos a parecernos físicamente unas con otras, siempre tenemos un mismo modelo para elegir. Ahora bien, estoy segura de que chicas pesadas es la película que más se asemeja a lo que viví por que al igual que ellas puedo pensar que el uno se maneja en el mundo escolar y resuelve sus problemas de la misma forma en la que lo haría en la selva.

Diría que un grupo curso se mueve como lo haría una manada de lobos en su territorio. Asaltan en masa a su presa (siempre hay alguien que sirve de material para las burlas), y se manejan en la oscuridad. El estudiante siempre encuentra la forma de ocultar sus planes, se mueven en la clandestinidad para planear trampas y torpedos para las pruebas o bien para concertar citas amorosas en algún pequeño escondite a donde los ojos de los maestros no alcanzan a llegar.

Podría señalar también que en asuntos de poder, igual que una manada de lobos existe un macho alfa; es “el que la lleva” y que generalmente es elegido por voto popular como presidente de esto que podríamos también denominar como una fraternidad o cofradía. Es un tipo bueno para hablar y que generalmente tiene éxito entre las chicas; se acerca a los profesores y discute con ellos con propiedad, es reconocido en otros cursos y muchos conocen incluso su nombre; tiene una gran personalidad.

Debe existir, sin embargo y por regla general un macho beta. Este macho beta reúne un pequeño séquito de amigos que le sirven como una pequeña mafia que tiene como objetivo derrocar el gobierno del macho alfa. Siempre ha sido así desde mis primeros días escolares y no cambió mucho a pesar del paso de los años, pero ¿qué es de la chica rebelde que también quiere figurar?

La mayoría de las ocasiones quien tiene el poder es una figura masculina, cuando una mujer quiere participar en un cargo siempre tiene un rol menor como el de secretaria o simplemente el de “gritona” que es alguien que solo se dedica a pelar.

Nosotras fuimos las brujas, las de lengua viperina, las que creíamos que el macho alfa lo hacía muy mal (o más bien, que nadie lo iba a hacer mejor que nosotras) así que planeamos durante días la estrategia para derrotar la fuerza del macho alfa.

Finalmente debemos comprender que en el mundo escolar la única forma de reducir el poder del macho alfa es siendo corruptas, violando todos los derechos, provocando un golpe. Partimos ocupándonos de trabajos menores y llevando a cabo las malas ideas del macho alfa, con el tiempo fuimos apoderándonos de sus labores hasta que llegó el momento en que el macho alfa se convirtió en una figura solo presencial.

Solo restaba el golpe final, un día faltó a clases y simplemente asumimos el poder. Bueno, ¿y qué significaba tener el poder? Volvemos nuevamente a que somos una manada de lobos, se trata de sobrevivir. Ser escolar es como pertenecer al bosque o a la selva; con la diferencia de que podemos elegir si ser los animales pequeños o los grandes animales, como también podemos elegir ser los que comen o de los que son comidos, hay otros sin embargo que prefieren vivir de la carroña (y que en el mundo escolar son los que aceptan lo que les digan). Conseguir el poder es simplemente pasar la prueba máxima y sobrevivir a ella, ganando además algunos privilegillos casi cercanos al respeto. Claro está que dentro de la manada (y así lo entendimos) el aúlla último aúlla mejor.

Sumainti

La Carta

Santiago 09 de marzo de 2015

Estimado(a):

Te escribo para contarte que me encontré con el hermano de Javier, mientras tomaba un café y hablamos le las travesuras que hacíamos con su hermano en el colegio, y le conté del día que le hice los exámenes a Javier. Esa historia parece que no te la he contado, entonces ponte cómodo, es algo divertido:

Cursábamos el 6º básico, estábamos en fecha de exámenes finales y mi amigo estaba muy complicado con las notas, que tenía un promedio final muy bajo, y si no mejoraba sus exámenes corría el riesgo de repetir y por ende irse del cole, y eso yo no lo iba a permitir.

Llego la semana fatal, todos rendíamos exámenes, todos los alumnos ingresamos a la sala, nosotros estábamos muy pendiente de los lugares que la profesora nos iba asignando, quedamos una detrás del otro y por fortuna cerca de la pared, acomodamos las mochilas formando un pequeño bulto, mientras la profesora repartía los exámenes, la sala estaba en silencia sepulcral, y nosotros nos mirábamos para afinar los últimos detalles, mientras Javier fingía pensar las respuestas, yo por mi parte escribía lo más rápido que podía con lápiz mina, al terminar las preguntas de último examen que era el de Historia, ramo del cual mi amigo no entendía nada, le hice la seña y aprovechando que a la profesora se le cayo el libro de su mesa por estar registrando la lista en el libro del curso, y por benevolencia del destino se le cayo justo debajo de la mesa, por lo cual tubo que agacharse, fue justo en ese momento en el que cambiamos los exámenes, tratando de responder de forma muy distinta a la que había puesto en el examen de Javier, desarrolle mi adorado examen de Historia.

Al pasar dos semanas, tuvimos los resultados, gran alegría nos dio saber las notas, Javier había pasado a 7º básico, ese día celebramos en su casa y con un trozo de pastel, ya que en su familia la alegría fue inmensa, aun que para ser sincera no le tenían mucha fe en su casa, porque Historia era de lo que dependía, y como no era bueno, pero al final nos reímos mucho de lo que habíamos hecho.

Te preguntaras por qué te cuento esta historia su tu no conoces a Javier, te la cuento por qué, mi querido compañero de travesuras murió de una forma muy trágica, ya que su vida fue muy arriesgada, pero eso te lo cuento en otra carta, te parece.

Se despide tu Novia, un beso.

No importa la nota, solo ten un bonito cuaderno

La verdad es que nunca me gustó biología.

En realidad no se si fue porque ultra odiaba a la profesora, o solamente porque nunca pude comprender para que servían las hipocondrias (o algo así).

Definitivamente mis neuronas no hacían sinapsis con este ramo (creo que esa fue la única palabra que aprendí), por lo tanto (seguro que ya averiguaron lo que sigue)… me iba pésimo, total y completamente pésimo, y créanme que no estoy exagerando.

Cada vez que llegaba el momento de las pruebas me dolía la guata y sudaba como después de jugar un partido de fútbol en el estadio nacional, no le achuntaba a una.

De nada me servía el de tin marin ni intentar disimuladamente de mirar al compañero de al lado.

Luego de múltiples sufrimientos e intentos fallidos y tras mil “tácticas” para obtener información que no provenía de mi cerebro, me di cuenta que era un caso perdido y que solo me quedaba la resignación…Hasta que un día la luz me ilumino, ¡lo descubrí!, solo debía dedicarme al arte.

Luego de descubrir que a mi “adorada” profesora (jaja) le encantaban los cuadernos arreglados y pintorescos deje de torturarme por aprender y me preocupe simplemente de hacer flores y detalles en el cuaderno, además de hacer unos maravillosos modelos del cuerpo humano con plasticina (los que nunca entendí). Así cada vez que tenia mala nota en una prueba mostraba mi cuaderno y ésta subía considerablemente.

Gracias a mi esfuerzo y dedicación por el arte, mi promedio final de biología de cuarto medio fue de un lindo 6.8, pero por favor que nadie me haga preguntas sobre ese tema.

Dido, Reina de Cartago

lunes, 14 de abril de 2008

Oportunismo

Las diversas estrategias que utilizan los alumnos para sobrevivir en el Liceo


Oportunismo: En un momento dado, recuerdo que tuve la posibilidad de tener una pequeña charla con un compañero de colegio de un nivel superior al mío, en ese entonces. Encontrándose esta situación inserta en el contexto de mi paso por la Educación Básica. Este acompañante me comentaba que para evitarse los castigos de su estricto profesor de matemáticas, realizaba lo siguiente: En primer lugar, y de forma introductoria mi camarada del liceo me aclaró que él, junto a su pequeño grupo de amigos eran alumnos muy revoltosos en clases, y en especial en la clase de aritmética, puesto que la encontraban muy ‘aburrida y tediosa’, en vista de esto, al inicio de esta materia no hallaban nada mejor que pararse de sus asientos e iniciar su peculiar y común ‘paseito’ por el aula, molestando además al resto de sus compañeros con su respectivas bromas. En ese lapso del desarrollo de la clase, el docente comenzaba a perder la paciencia con estos molestos estudiantes, y por ende, su rostro comenzaba a dar las primeras muestras de ira contenida, la cual era percibida gracias a la oportuna reacción de nuestro protagonista y narrador, consistiendo esta actividad simplemente en una mirada fugaz al semblante del educador, siendo este indicio el factor detonante que permitía que nuestro relator y camarada cambiara su hostigosa actitud por una postura mas calmada, la cual le permitiese volver a un estado de integración, e incluso, colaboración con lo enseñado en el ramo hasta ese momento. No así, esta circunstancia fue aprovechada por sus hasta ese entonces, ‘ex-colaboradores del desorden’, los cuales seguían empecinados en continuar con su micro-oleada de caos escolar al interior de su propia sala de estudios, siendo este escándalo posteriormente sancionado al término de la asignatura de carácter numérico de esa jornada, con alguna anotación negativa, o llegando el pedagogo al extremo de calificarlos con notas rojas al libro, siendo este tipo de sanciones, evitadas por parte de nuestro susodicho, el cual salía absuelto de estos castigos, gracias a su acertada acción redentora señalada anteriormente.

Matt Hardy

Una Profesora bastante imprudente

Mi historia ocurre en el cuarto medio de un colegio cualquiera.

La profesora jefe había cambiado y la nueva profesora recién se estaba acomodando al curso. Recién nos estaba conociendo y sólo conocía a dos o tres por sus nombres.

Mi nombre se lo aprendió de inmediato, Clementina no es un nombre muy común a demás por lo general los profesores identifican fácilmente a los alumnos que tienen mejor promedio.

Tampoco le costo aprenderse el nombre de un compañero que tenia el mejor promedio en matemáticas de todo el colegio. Parra era uno de los estudiantes más tranquilo, nunca daba problemas y era bastante reservado; pertenecía a una familia evangélica muy conservadora.

No viene al caso describir ni mencionar a otras personas por el momento ya que con esas tres alusiones me basta para comenzar.

Por alguna extraña razón un grupo numeroso del curso consideraba absolutamente necesario establecer que entre Parra y yo existía una relación romántica, lo cual era absolutamente falso, de hecho entre él y yo apenas conversábamos tres palabras al día. Sin embargo no nos molestaba y dejábamos que el resto siguiera con su entretenimiento tan básico y tan inmaduro ya que no le hacía daño a nadie.

A mediados del año, yo no estaba pasando por buenos momentos, no entrare en detalles pero tienen que saber que por razones medicas faltaba muy seguido a clases. Presentaba justificativo médico conforme correspondía así que no tuve mayores problemas hasta que un bendito certificado con las acostumbradas letras casi ilegibles usada como norma por casi todos los profesionales de la salud, hizo de las suyas interfiriendo no sólo mi vida, sino que también afectó directamente a un pobre inocente.

Acepto que fue un error mió no haber revisado el certificado antes de entregarlo en la Dirección del colegio, pero después de tantos ya era prácticamente rutina.

La cuestión fue la siguiente: al finalizar una reunión de apoderados la profesora jefe llamo a mi mamá, quién era mi apoderado, y al papá de Parra. Los hizo tomar asiento y con mucha solemnidad dijo:

- Por favor les pido que están tranquilos. Estas cosas pasan y lo mejor es mostrar apoyo a los jóvenes. Al final de cuentas no será la primera ni la ultima vez que esto pasa en cuarto medio.

Se podrán imaginar la cara de desconcierto con que los dos padres miraban la profesora y la sorpresa al escuchar lo que esta respondió cuando se el pregunto directamente de “que diablos estaba hablando”

- Señora, su hija esta embarazada y Parra es el papá- dijo con una voz muy tranquila.

Cuando por fin los padres se sobrepusieron a la noticia solo dijeron:

- ¡Mi hija no esta embarazada!

- ¡Mi hijo no tiene polola!

- Señores- dijo la profesora- Clementina y Parra llevan un buen tiempo de relación.

No sé lo que habrá pasado en casa de Parra, lo que sí sé es que su papá se vio mucho mas afectado que mi mamá.

Cuando mi mamá llegó a la casa lo primero que me notificó, no fueron mis notas ni nada parecido, fue que yo iba a ser mamá.

Ni te imaginas la carcajada que salió de mí y de mis hermanas en cuanto escuché esas palabras, mucho más al ver la cara de energúmeno que puso mi papá. Todos sabíamos que eso no era cierto. En mi familia hay mucha confianza y rara vez se duda de cualquiera de los integrantes. Lo que en realidad molestó a mi papá y lo que más adelante me molestó a mí, aunque en menor grado, fue la actitud de “vieja chismosa e imprudente de la profesora”.

Al día siguiente inmediatamente quise aclarar la situación ya que como es habitual la feliz noticia de la llegada de mi bebé se había esparcido por todo el curso y por todo el profesorado.

Con Parra exigimos que se nos dijera de dónde habían sacado todo eso. La profesora muy preocupada corrió a buscar el certificado medico que originó todo el embrollo.

Créeme, lector, si te digo que al ver rápidamente lo escrito como diagnostico en el papel se puede interpretar con facilidad “embarazo”. Viéndolo con detenimiento podemos aceptar que dice cualquier otra cosa menos embarazo, pero la mentalidad de algunas personas recurre siempre a lo más fácil y por cierto, a lo más polémico. No culpo a la profesora por interpretar mal el certificado, es fácil pensar mal de una joven de 17 años y mucho más fácil “achacarle” un embarazo. Además la profesora asumía, debido a todas las bromas de mis compañeros que Parra y yo éramos pololos.

Felizmente la situación se aclaró. La anécdota fue públicamente conocida y lamentablemente las bromas hacia la felíz pareja aumentaron considerablemente.

Quisiera reiterar, solo para dejar las cosas bien claras, que nunca pasó y nunca pasará nada con el que supuestamente iba a ser el padre de mi primogénito.


Por Clementina.