martes, 15 de abril de 2008

El Libro de Clases

En el Colegio siempre fuimos un curso muy unido, donde nos ayudamos en todo lo que podíamos.

Estábamos en cuarto medio y la verdad es que teníamos compañeros que estaban bastantes complicados en sus notas, con las cuales incluso podían llegar a repetir. Esto realmente nos tenía muy apenados al resto, especialmente a mí, ya que algunos de ellos eran mis amigos con los cuales había compartido toda la enseñanza media y con los quienes siempre soñamos en nuestra esperada fiesta de gradación y la gran gira de estudio.

Tratamos de hacer todo lo posible para que les fuera mejor, nos turnábamos para estudiar y poder hacer los trabajos, en muchos casos hicimos clases de reforzamiento y en eso teníamos todo el apoyo de nuestra profesora, quien en muchos casos se consiguió salas para poder quedarnos después de clases.

En ese tiempo yo era la presidenta del curso y por ende era quien tenía que llevar el libro de una clase a otra y en los recreos a la sala de profesores. Nosé en que momento a un compañero como chiste dijo que no había caso en que pudiera subir sus notas que la única solución era cambiar las notas del libro de clases, pero nosotros sólo lo tomamos como eso, un chiste. Nunca pensé que eso fuera a realizarse ya que era algo casi imposible de realizar. Mis compañeros por su parte subían las notas pero no lo necesario para poder pasar de curso, principalmente una amiga no tenía solución solo debía sacarse un 7, para poder pasar. Fue en estas circunstancias cuando hablaron conmigo y me dijeron lo que pretendían hacer, yo en un principio me negué ya que yo sería la perjudicada si esto se sabía, pero con los días lo pensé bien. Finalmente acepte pero con la condición de que lo hicieran un día en el cual yo no fuera a clases, ya que si se enteraban yo sería la real perjudicada.

El último mes pasó y así el año terminó, nunca se dieron cuenta de lo que ocurrió y menos como milagrosamente mis compañeros subieron las notas. El día de nuestra graduación nuestra profesora nos pidió que le diéramos las gracias por guardar nuestro gran secreto.

Por Carrie Amelit

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