Cuando uno esta en el colegio jamás importa nada, especialmente cuando estás en cuarto medio, lo único que realmente interesa es hacer muchas irresponsabilidades ya que será la última oportunidad que tengas para comportarte como un niño.
Yo no hacía travesuras, a mi eso no me divertía, pero si se me daba la oportunidad sacaba provecho de las oportunidades que se me daban, aunque no fueran permitidas por el sistema.
Pasaba que en el último año, uno esta cansado de ir al colegio, odiaba ponerme uniforme y levantarme temprano. Con tan poca estimulación para ir al colegio llegaba tarde todos los días. El problema es que los atrasos quedaban registrados en el libro de clases al momento de pedir el pase para poder entrar a la sala y si se juntaba un número determinado te suspendían por un par de días y llamaban a tu apoderado. Cosa que por supuesto encontraba exagerada. Resulta que un día, me di cuenta que una compañera tenía muchos de estos pases y que ella era experta falsificando firma y letra de los inspectores y como no pedía nada a cambio le pedí que me diera unos pocos. Todos mis compañeros estaban haciendo uso de estos pases, los traían hechos de sus casas, así que podían pasar derecho a la sala. Como vi que a ellos no les traía problemas pensé que a mi tampoco. Y como me di cuenta que con esto no le hacía daño a nadie, además no tenía nada de malo quedarse un ratito más en la cama. Así que sin pensarlo empecé a hacer uso de estos durante un tiempo sin ser descubierta.
Pero como es de esperar, lo bueno nunca es para siempre. Y como todo el curso lo venía practicando descaradamente desde algunos meses, un día las autoridades se dieron cuenta. Lo malo fue que justo fueron a verificar los atrasos el día en que solamente yo hice mal uso de ellos. Así que yo fui el que quede estigmatizado como corrupto.
La verdad es que jamás lo pensé profundamente, era algo tan superficial que no merecía mi atención y menos recordé que yo soy de esas personas que tienen mala suerte, de esas que siempre pilla el profesor haciendo algo malo, cuando lo hace por primera vez mientras que hay unos que lo hacen siempre y jamás los pillan, pero me gusta tanto dormir que jamás considere el factor “suerte”.
No me suspendieron ni nada, ni siquiera llamaron a mi apoderado porque no había tenido jamás problemas de disciplina. Lo que si sufrí fue un largo sermón que me dio el director durante un par de horas explicándome que falsificar firmas era un delito grave y por supuesto como sabía que yo no había robado los pases, me pedía que le dijera quien había sido, pero yo jamás lo hice. Y jamás me convencí de que lo que hacía era malo.
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