martes, 22 de abril de 2008

El fin justifica los medios

Mientras cursaba 3º medio, me ví sometida a la dura situación de rendir una complicada prueba de Contabilidad, para la cual no había alcanzado a estudiar lo suficiente, debido a que en otros ramo teníamos que entregar una serie de trabajos, los cuales requerían de mucho tiempo. Como consecuencia de ello y para que no me fuera mal en la prueba, me ví en la obligación de recurrir al instrumento más utilizado (o por lo menos el más conocido) en estos casos: el famoso y siempre bienvenido “torpedo”. La magnitud que tenía éste era semejante a la de un testamento, ya que la materia era bastante y de él no sólo dependía yo, sino que también otras compañeras.

Durante el transcurso de la prueba puse al susodicho debajo del estuche para que el profesor no se diera cuenta de lo que tenía, pero con el alboroto de mis compañeras para que las ayudara, tuve el presentimiento de que el profesor sospechara algo y nos descubriera, desafortunadamente así ocurrió. Se paro de su asiento, se dirigió hacia mí puesto y me registró el estuche con el fin de encontrar algo, pero para suerte mía (ya que era yo quien tenía el torpedo) lo alcance a esconder antes de que el profesor se me acercara. Tras el susto y haciéndome la victima, él se devolvió a su puesto sin decirme nada, y yo pude terminar mi prueba tranquila o más bien dicho, terminar de copiar tranquila.

El resultado de las pruebas (mía y las de mis compañeras) fue muy bueno y todo gracias a la ayuda del torpedo, el cual impidió que tuviera un rojo y que bajara mis notas. Esto me hizo sentir bien, ya que me quitaba un gran peso de encima, al saber que mí promedio no sufriría ninguna modificación. Es por ello y tal como dice el título de esta pequeña historia: “el fin justifica los medios”.

Arenita.

No hay comentarios: