martes, 15 de abril de 2008

No importa la nota, solo ten un bonito cuaderno

La verdad es que nunca me gustó biología.

En realidad no se si fue porque ultra odiaba a la profesora, o solamente porque nunca pude comprender para que servían las hipocondrias (o algo así).

Definitivamente mis neuronas no hacían sinapsis con este ramo (creo que esa fue la única palabra que aprendí), por lo tanto (seguro que ya averiguaron lo que sigue)… me iba pésimo, total y completamente pésimo, y créanme que no estoy exagerando.

Cada vez que llegaba el momento de las pruebas me dolía la guata y sudaba como después de jugar un partido de fútbol en el estadio nacional, no le achuntaba a una.

De nada me servía el de tin marin ni intentar disimuladamente de mirar al compañero de al lado.

Luego de múltiples sufrimientos e intentos fallidos y tras mil “tácticas” para obtener información que no provenía de mi cerebro, me di cuenta que era un caso perdido y que solo me quedaba la resignación…Hasta que un día la luz me ilumino, ¡lo descubrí!, solo debía dedicarme al arte.

Luego de descubrir que a mi “adorada” profesora (jaja) le encantaban los cuadernos arreglados y pintorescos deje de torturarme por aprender y me preocupe simplemente de hacer flores y detalles en el cuaderno, además de hacer unos maravillosos modelos del cuerpo humano con plasticina (los que nunca entendí). Así cada vez que tenia mala nota en una prueba mostraba mi cuaderno y ésta subía considerablemente.

Gracias a mi esfuerzo y dedicación por el arte, mi promedio final de biología de cuarto medio fue de un lindo 6.8, pero por favor que nadie me haga preguntas sobre ese tema.

Dido, Reina de Cartago

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